¿Participas en un torneo regular en tu barrio, pueblo o ciudad y a menudo no conseguís mejorar los resultados? Tal vez esto te interese. Incrementar el rendimiento de nuestro equipo de fútbol (independientemente de la modalidad), puede ser en ocasiones frustrante si ante todo no nos marcamos unos objetivos claros, que el grupo en conjunto asuma como propios y, por supuesto, los lleve a cabo. El trabajo, los estudios, la familia, el tiempo es en definitiva el principal muro que impide a nuestro grupo llevar a cabo un seguimiento continuo de nuestra evolución, plasmar unas metas e intentar alcanzarlas.
Es común ver a equipos que solo se reúnen los días de partido “oficial”, pasan el rato como mejor pueden y suelen volver a casa con ciertas cantidades de goles y de insatisfacción. Normalmente, suelen ser los equipos más unidos y cohesionados (que no los mejores técnicamente hablando y, en ocasiones, ni siquiera los que en mejor forma están), los que suelen copar los primeros puestos en la tabla clasificatoria. Y eso, aunque a priori puede parecer raro, no lo es si observamos detenidamente al rival y entendemos el contexto y las circunstancias. Por eso, para contrarrestar esas características, pensamos que es bueno siempre tener algunas cosas claras.
1. El físico no es lo principal, pero aunque el factor tiempo a veces lo impida, siempre es bueno mantener el ritmo. Una sesión o dos semanales de running (en solitario o en grupo), de unos 20 minutos ayudaran a no perder el ritmo y mantenernos activo durante los días previos o posteriores al partido. Y no se trata de hacerse maratoniano, se trata de mantener nuestro físico en el estado más óptimo posible para rendir con garantías. Normalmente se recomiendan unos 150 minutos de ejercicio físico semanal para notar una mejoría, si contamos el esfuerzo que hacemos en el partido, vemos que el tiempo se reduce a la mitad. Por lo que esas pequeñas dosis de mantenimiento nos vendrán de perlas como complemento. Si hacéis un poco de autocrítica seguro que os vendrá a la mente alguna ocasión donde el físico no os dio para más. Es común ver cómo las principales consecuencias afectan a la ejecución de pases y disparos, mermando claramente la aptitud técnica del equipo.
2. Intentad imponer un estilo entre todos, definirlo y llevarlo a cabo como mejor podáis. No hace falta imitar a los grandes, tan solo necesitáis saber a qué jugáis y actuar en consecuencia. A veces el juego indirecto no es lo más divertido, pero apostar en conjunto por algo y ver sus resultados será una experiencia enriquecedora sin igual. El estilo es algo sobrevalorado si a menudo cambiamos y no confiamos en él cuando tenemos un mal día. Pero se convertirá en vuestra mejor arma si se toma con coherencia para ganar el partido. ¿Por qué? En torneos y ligas locales es difícil tener verdadera constancia de cuáles son los distintos estilos que aplican nuestros rivales, es más, a menudo no aplicarán ninguno y se limitaran a jugar sin mayor propósito que sudar, lo cual es completamente respetable cuando tus aspiraciones son escasas o inexistentes. Pero si vuestro propósito va más allá, desde luego que necesitaréis definir qué queréis hacer y ensayarlo una y otra vez hasta consigáis perfeccionarlo., ¿Cómo puedo saber el estilo que mejor se adapta a nuestro equipo? Pregunta sencilla, respuesta complicada. Ensayo y error es la mejor manera hasta que veamos que modalidad se ajusta más a las características de nuestros jugadores, del equipo.
3. La jerarquía. Es cierto que siempre hay un pesado de turno con delirios de grandeza, pero nunca está de más proponer un “líder” o portavoz que sepa contrarrestar las estrategias rivales y llevar al grupo hacia la mejor solución en medio de “la batalla”. Proponed entre todos a ese líder y apoyarle en los errores y en los aciertos. Probablemente sea tan importante (o más), proponer a un líder que represente al grupo que el aspecto físico. Cuando no se ha establecido un estilo de juego y en consecuencia no tenemos a alguien que dirija la “orquesta”, tendemos al caos. Es algo innato al ser humano, tendemos a creer en nuestra propia solución ayudándonos de nuestros compañeros en batallas individuales que poco o nada ayudan al grupo. Driblar a un rival que nos ha empujado, subir e intentar meter un gol sin pensar en las consecuencias del espacio que hemos dejado libre, obcecarnos con un contrario y provocar alguna baja de jugadores que nos deje en inferioridad. Es cierto que muchas de esas cosas no podemos evitarlas aun teniendo a alguien como líder, pero si tenemos al lado esa figura y logramos respetar su labor tendremos a alguien que canalice las necesidades tácticas del equipo y sepa atajar con claridad los momentos más críticos del partido.
4. La autocrítica. Acaba el partido y piensa qué has hecho y cómo puedes mejorarlo. Siempre es bueno asumir errores propios, comentarlos con los compañeros e intentar subsanarlos en el próximo encuentro. El análisis crítico es fundamental para atajar los puntos débiles que hayamos detectado sobre el terreno de juego. En los equipos profesionales esa figura está suficientemente cubierta tanto por el entrenador como por su equipo de técnicos que, a día de hoy y con las tecnologías a su alcance, son capaces de elaborar verdaderos informes de rendimiento con multitud de datos. Todo ese trabajo podemos reducirlo a una simple conversación postpartido. En primer lugar deberemos hacer un examen interno de carácter individual, escuchar lo que puedan opinar nuestros compañeros de cómo hemos afrontado las diversas situaciones del partido en nuestra demarcación. Después analizar las del resto y hablar con franqueza sobre qué aspectos pueden mejorar o, en cuales han estado acertados para que las potencien y no bajen la guardia. Finalmente, y ya en conjunto, estudiar las posibilidades de progresar esta vez ya como equipo.
5. Confianza. Confiar en el de al lado es tan bueno o más que sentirlo en uno mismo. Se equivocarán y de igual forma te equivocarás, no menosprecies el talento de tu compañero, intenta sacar sus virtudes y ayúdale a potenciarlas. Cada partido nos pone continuamente a prueba, es decir, la autoconfianza se pone a prueba cada vez que nos ponemos frente a nuestro rival y esta se vuelca inevitablemente en la del equipo. Serán varias las situaciones que amenazarán la confianza (errores, derrotas, cambios ineficientes, hasta problemas personales). A lo largo de la temporada, o aun dentro de un partido, la confianza puede verse modificada y de hecho variará. No obstante, serán dos los ámbitos en los que notaremos los beneficios de tener confianza en uno mismo y en el resto de nuestros compañeros. Ya que aumenta el placer que uno obtiene en la práctica deportiva, y además permite al equipo estar convencido mantener serenidad y conservar la compostura aún en situaciones complicadas.
No por evidentes dejan de ser necesarias, tenedlas presentes cuando todo parezca ponerse demasiado complicado. Estos consejos pueden ayudar a salvar tu equipo de la frustración. Es posible que nunca ganéis la Champions league, pero si os lo proponéis, volveréis -al menos- a casa, con una sonrisa y grandes sensaciones de satisfacción.
Si Aplicáis los consejos que os hemos dado, seguro que podréis ganar muchas competiciones. Recuerda que con LEVERADE podrás crear tus mejores torneos de forma gratuita y fácil. Con LEVERADE ¡Tú haces el juego!